Cuenta una historia en la que un antiguo guardián de estrellas. Perdió la suya hace mucho tiempo.
Dolido por su pérdida, guardó su corazón, sitio donde los guardianes custodian a sus protegidos, y lo envolvió en acero, hielo y oscuridad.

Acero para que nadie penetrara; Hielo para que no latiera pero no muriera y oscuridad para que se perdiera.
Orgulloso de su trabajo decidió ponerse una máscara con hielo, para mantenerse frio y que nadie lo reconociera.
Todo iba genial hasta que una noche encontró una estrella.
Una de color negro como la noche nublada y roja como el fuego que desprendía.
No era normal. Si bien de ella emanaba algo de oscuridad como todas, esta tenia algo distinto.

El guardián se acercó temeroso y a la vez con curiosidad.
--Estrella, ¿Que haces aquí?--
La estrella lo miró, dudo y le sonrió.
En ese instante al guardián se le cayó la mascara y se volvió torpe e inútil.
No entendía que pasaba. Era como si su cuerpo no reaccionara a lo que pensara. Como si sus habilidades desaparecieran a su lado. Era como si por primera vez en mucho, muchísimo tiempo, no pudiera tener el control de lo que pasaba
A pesar de todo. Decidió ir a verla todas las veces que pudiera, le gustaba la sensación de no tener control ninguno, le gustaba saber que por mucho que lo intentara, nunca sabría, que iba a ocurrir cuando estaban juntos.

No todas las estrellas tienen guardianes ni todas los necesitan. De hecho esta estrella no lo quería. Ella deseaba brillar en el cielo de manera fulgurante.
El guardián la entendía y le encantaba sus ganas, el fuego que en ella yacía, era gigantesco quemaba e iluminaba por igual. Era tal, que hizo algo que el guardián no esperaba.
El hielo que su corazón protegía. Se derritió y por ende empezó a latir.

Cuando escuchó su primer latido, el miedo atenazó el pecho del guardián. Podría perder la razón si no tenia cuidado. Pero ni siquiera la perdió del todo la ultima vez con su ultima guardia. ¿porque iba a pasar esta vez? se preguntaba hasta que volvió a ver a la estrella:

Una mirada, es lo que recuerda el guardián.
Una mirada que buscó en la oscuridad y atravesó el acero hasta simplemente rozar el corazón. Miles de cosas pensó en ese momento el guardián de estrellas. Pero una fue la que se quedó en su mente. Durante el roce algunos pensamientos de la estrella quedaron dentro de él y uno en especial fue el que se quedó a fuego. La estrella podría ser atacada por ladrones si la magnificaba, no era normal que él se interesara tanto por una estrella y todos lo sabía. Si lo mostraba podrían atacarla a ella e incluso podrían atacarlo a él más aun de lo que ya lo atacaban sólo por hacer daño.

Sabiendo lo que podrían sufrir, el guardián decidió ponerse una mascara para que cuando todos estuvieran cerca, nadie sospechara.
Pero era una máscara más especial de lo que él mismo creía. Al no tener hielo, decidió hacerla con parte del acero y la oscuridad que había en su corazón.
Cuando la mascara tocó su cara para que ninguno sospechara, sin darse cuenta, la oscuridad empezó a dominar su cuerpo atrayendo el dolor que habitaba dentro del guardián hacia la mascara y el acero empezó a volverlo tosco y sin vida.
Nadie, ni los ladrones, ni bandidos ni otros le atacaba. El guardián los asustaba. Pero no contaba con que también empezó a asustar a la estrella. El guardián empezó a darse cuenta de lo que pasaba e intentó primero hacerla reír con alguna broma siendo imposible. La oscuridad lo engañaba y el dolor le impedía pensar con claridad, no era él. Con el miedo empezando a apoderarse decidió alejarse de la ella. Pero era tarde.

La estrella empezó a brillar como siempre, sí. Pero la oscuridad la envolvía con más fuerza que antes. Haciendo un muro entre ellos. El guardián metió la cabeza en la oscuridad para atravesarla y ver a través del muro. Fue entonces cuando vio algo que le horrorizó: Su oscuridad había dañado a la estrella en su núcleo hiriendola y perdiendo su confianza.

El guardián sintió algo que no había sentido por ninguna estrella. Realmente tenia miedo de perderla. Tenía miedo pero esta vez miedo de verdad. Del que se queda en el pecho y nubla el alma.

La estrella lo miró con desgana y le dijo que no se preocupara, que ya se curaría.
El guardián avergonzado decidió quitarse la máscara. y la pulverizo contra el suelo.
La estrella volvió a mirar buscando al guardián y encontró un chico sin armadura de rodillas mirando al suelo. La vergüenza de hacer daño a algo que quería proteger le había hecho sentirse un inutil. Pero sobretodo, era el haberla hecho daño lo que más le dolía al chico.
Levantó la cabeza se sentó en el suelo y miró a la estrella herida.

--Nunca más haré máscaras, ni intentaré protegerte si no me lo pides. Nunca más te haré daño. Tienes mi palabra.--

La estrella sorprendida se sintió abrumada por el corazón del chico. Pero aun no confiaba en él.
El chico lo entendió, se levantó y dio un paso atrás.

--Volveré acercarme cuando sea el momento. Pero por favor, entiende que iré sin escudos y sin armaduras. Prefiero ser dañado que ser yo el que te haga algo.--

El guardían ya no sería guardián, ni su corazón un agujero. Sería lo que es. El chico que una noche encontró a la estrella de fuego más increíble que jamás hubiera visto.
 Miró a la estrella y le sonrió de la formas más sincera y pura que conocía. Como lo hace el viento al enredarse en las ramas o como lo hace un sueño en la noche calmada: El chico, la sonrió con el alma.

Voszhor estaba de pie. Mirando seriamente la puerta de cuyos resquicios emanaba magmar.  Todo cuanto había alrededor empezaba a quemarse y quien se acercaba igual, acababa abrasado.

--vámonos-- le dijo un compañero-- ningún tesoro vale tanto y el capitán lo entenderá--

--vete, yo me quedo-- se limitó a decir el pirata.

El magmar empezó a acercarse peligrosamente a los pies de Voszhor, pero daba igual, el pirata ni se inmutaba. Y su compañero al ver el peligroso elemento, se despidió y se fue corriendo dirección al barco, que empezaba a zarpar.

Voszhor seguía mirando la puerta, sacó una enorme espada con forma de tonfa, cerró los ojos y antes de que el magma le tocara su cuerpo, cambio de posición.

--baila... Nereida-- dijo casi murmurando.

Un hilo trasparente que apenas si brillaba salió de su espada y quedó flotando en el aire, luego otro y más tarde otro y así sucesivamente, hasta que el pirata dio una estocada al aire envainando de nuevo. Nadie hubiera dicho que hizo nada de no ser por el rastro de hielo en dirección a la estocada que apareció al segundo después de envainar.
La puerta ahora congelada, no duró fría mucho tiempo. Tan sólo unos segundos.

Voszhor infirió un gruñido y volvió a desenvainar ,esta vez dos espadas iguales. Con forma de tonfas gigantes y robustas.

--danza celeste... Nereida-- dijo esta vez.
Y posteriormente lanzó varias estocadas de las que inmediatamente apareció lo que parecían ondas de hielo que se unieron haciendo como una lluvia de pétalos azules y afilados atacaran a la puerta de forma inutil.

Tras eso el magma se descongeló de manera violenta salpicando el brazo izquierdo del pirata y haciendo que un bramido saliera de sus labios.

Fue entonces cuando dos dragones pequeños, uno negro como el azabache y el otro rojo como el fuego se posaron encima de la puerta.

--¿por que no te vas?-- dijeron al unísono-- no vas a entrar nunca.

-- eso no lo sabéis-- contestó antes de que una llamarada saliera del magma y quemara su torso.

Los dragones miraron estupefacto a aquel individuo, que no se rendía.

-- no te va abrir, lleva mucho tiempo sin hacerlo a nadie, no lo hará ahora-- dijeron las bestias aladas--

--Enteraos bien, --grito Voshor-- me da igual el daño que me inflija, las llamas que me lance o si os reís de mi por no poder entrar, no me iré--

--¿por que?--

El pirata apuntó a la puerta y contestó: -- Porque si tan protegido está, es porque será valiosa, porque este dolor ya lo he sentido y no me importa.-- dijo mostrando sus quemaduras y su cuerpo con cicatrices-- Porque realmente no me importa otra cosa que no sea conocerla. Aunque me queme. No voy a dejar de querer verla--

--hay más puertas, más protegidas que esta y más beligerantes-- dijo el dragón negro

--lo sé, pero sólo en esta mi alma sonríe de verdad, por primera vez, en mucho tiempo-- dijo mientras miraba las letras de la puerta donde rezaba "Vosshieraki".