Es curioso como las personas que nacen en islas y viven en ellas, consideran algo importante el mar.
Puede que de forma negativa y aislante o con forma protectora.

Por una cosa u otra el mar se impregna en el isleño, lo atraviesa y se agarra a los huesos, nervios y alma, hasta que el isleño no es nada sin ella.
Y es lógico, una isla no es isla si no hay agua. Como un andaluz no es nada sin el sol en el horizonte escondiéndose en la tardecer y el recuerdo de éste contando todos los olivos en un campo.
Lo dice un andaluz que ha vivido en la campiña y esa imagen se queda pegada en mi mente cuando busco tranquilidad. Al igual que el isleño en su mente busca el sol bañandose en el mar antes de que la luna llegue.

No confundan los que vivan en costas con alguien que vive en una isla, pues aunque su "resiento" puede ser el mismo recuerdo, no le daría tanta importancia al agua, pues el agua en la isla es mas que un elemento, es parte de la isla.

Es curioso, insisto, en como el agua se hace parte del isleño y empiezo a tener ese sentimiento tras años de vivir aqui, de que el agua me lleva, me guia y a veces me da tormento.

Después de todo, mi historia no sería tan épica si el mar y su sentimiento.



Besos y abrazos, (para tí más)