Hace años un escritor era famoso por la carga con la que escribia sus textos.
Escribia sólo con el alma. Según decía cuando escribia el simplemente cerraba los ojos y dejaba su mano fluir...

Miles de textos eran el resultado, cada uno con su propia historia pero todos con el mismo resultado. Personas de todo el mundo se sentía indentificados con lo que escribia.
A veces sus textos parecían ya empezados pues él mismo decia que una historia no empieza cuando uno quiere...sino cuando la historia se le antoja.

Pasó el tiempo y el escritor seguia escribiendo siempre con la misma energia que antaño y con la misma ilusión. Escribia pequeñas historias dedicas a ciertos amigos alegando que escribiendolas con el alma un trocito de esta era depositada en esos textos y asi un trocito de él estaría también con sus amigos.
Algunos tenian unos trozos más grandes que otros pero tras mas de un millón de historias cosiguió repartir sus alma por todo el mundo.

Un día la muerte se acercó a el escritor.
--vengo a por tu alma, ya no es útil en este mundo, vamónos--

el escritor asintió pensando que ahora le tocaría otra aventura, otros sitios de los que escribir, algo triste empezó a andar pero entonces millones de voces sonaban por toda la habitación donde el escritor y la muerte se encontraban. El escritor no entendía de donde venían esas voces, las cuales parecían estar leyendo. Esas voces no le dejaba caminar, la muerte se giró y miró extrañado al escritor.
Busco a su alrededor buscando la proveniencia de esas voces. Y de repente el cuerpo del escritor empezó a convertirse poco a poco en millones de letras pequeñas de un brillante azul cegador como chispas de vengala que empezaban a volar en millones de direcciones tantas como textos habia escrito.

Fue entonces cuando lo entendió su alma estaba en todos los textos que habia escrito y las voces de sus amigos que leian a voz en grito como tributo al escritor eran aquellas voces que no le dejaban partir, que lo agarraban a estar junto a sus amigos...
La muerte asintió viendo las millones de letras que volaban y sacó un pequeño papel en el que habia escrito:

"Sueño con el momento en el que vengas
sueño con que no me puedes agarrar
sueño que seré eterno
y que mi sonrisa como tu poder sea infinito como el mar"
(inmortal)

Unas pocas letras brillantes se acercaron al texto y se metieron dentro del papel.
El escritor quedaría eterno en sus palabras, eterno para sus amigos, inmortal por siempre y su sonria como el mar, sería eterna como eterno el agradecimiento de sus amigos que nunca perderá.

Se cuenta que restos de esas letras azules y brillantes aun vuelan por el mundo, no buscando los textos del mágico escritor sino buscando a la persona que como él crea en sus sueños y sobretodo que tenga fe. Cuando lo encuentre se unirá junto al alma de él y para sentir la magia de volver a escribir otra vez.

Diego C. González (Alquimista de sueños y 5º caballero de la literatura: La fe)