Hace años, un chico miraba atónito desde una colina altisima, un brillo que provenía de una ciudad lejana mientras llovia y tronaba en la ciudad donde estaba.

--¿Qué haces Jacob?—

--¿Qué es eso Moltbent?—

Moltbent miró el cielo rió y dijo sentándose a la vez que hacia un gesto para desechar la idea.

--es la luna, tio—

--no, no , no—dijo girando la cabeza y frunciendo el ceño—no me refiero a la luna, me refiero a ese brillo que parece venir del horizonte, como cortando la línea que separa la tierra del cielo—

Moltbent siguió mirando y vislumbró el brillo, no se podía ver realmente bien ya que llevaban meses con el cielo encapotado, lleno de truenos y lloviznando, parando y volviendo a llover

--Es verdad, pues no tengo ni idea pero brilla mucho—

--más que la luna—contestó el chico embobado – tengo que saber qué es

--¿Qué?—

--Me voy—

--¿ahora?—

--si—dijo levantándose de un salto—

--pero…bueno, la verdad es que quiero alejarme de esta lluvia, venga vamos—

--no hace falta que…--

--soy tu amigo , Jacob, venga vamos—

Ambos comenzaron el viaje, y a medida que se acercaban a la luz, se alejaban los nubarrones.

--Vaya, hacia mucho que no veía el cielo descubierto—dijo Moltbent

--y yo –

Mientras caminaban pasaron semanas y llegaron a una ciudad cercana al brillo, entraron en un hostal y decidieron pasar allí la noche.

Moltbent dormía, pero Jacob no. Jacob pasaba las noches mirando el cielo brillante, no sabia que era ese brillo pero le encantaba.

De repente el brillo se acercó, estaba frente a la ventana, deslumbrante.

Jacob con la boca abierta como un pasmarote vio entre el brillo cegador una chica de pelo largo, y ojos preciosos.

Jacob sonrió y de repente la luz se fue.

--no, no , no ,-- gritó a la vez que salía corriendo el chico.

Empezó a buscar, de un lado a otro pero no estaba…había desaparecido.

Derrumbado, Jacob se desplomó en el suelo .

--¿Qué te pasa?— dijo una voz

--la luz se fue—

--bueno, no es nada terrible—

--si, si es terrible, vengo desde la zona de tormentas y lluvia, buscando el brillo, me conformaba con verlo… pero ahora… sé que es lo más bello que he visto en mi vida, un momento...¿Quién…?—

Pero no le dio tiempo a preguntar, la mudez le tapó la boca cuando llamo la sorpresa.

Porque ahí estaba ella, la dama que brillaba, estaba allí, delante suya sin brillar, pero estaba ahí.

--oh—

--hola…--

--hola—contestó entre asombrado y sonriente.

--me llamo Aiko—

--yo… Jacob, oye… ¿Por qué no brillas ahora?—

--porque me da vergüenza—

Fue entonces cuando se dio cuenta de que tenia la cabeza agachada y se ocultaba tras su largo y sedoso pelo. No le importaba porque brillaba, sólo quería saber qué era , y ya lo sabia. Ahora quería saber porque no brillaba.

--es que, me sonreíste… no estoy acostumbrada a que me sonrían—

--y yo no estoy acostumbrado a ver fénix tan bonitos como tu?—

--¿Qué es un fénix? Preguntó la chica levantando la cabeza con curiosidad

--según la mitología un ave que nace del fuego y que brilla como mil soles, igual que tu sonrisa—

--¡yo no soy un pájaro!—dijo riendo y sonrojándose Aiko

--perdona—dijo riendo Jacob—

Parecía que la broma empezó a animar a Aiko, que comenzó a brillar.

A Jacob le encantaba el brillo, era tranquilizador y ha decir verdad como una droga, no podía dejar de mirarlo.

Durante toda la noche estuvieron charlando, y cuando amaneció la sonrisa de Jacob se fue.

Tenía que volver y no quería quedarse sin ella. Le pidió que le acompañara pero Aiko tenía un grave problema, tenia pánico a las tormentas.

Derrotado, Jacob asintió, le dio un beso en la mejilla a Aiko y se fue triste a por Moltbent.

Aiko vió en la tristeza de Jacob, la suya por no poder volverle a ver, pese a que prometieran lo contrario. El viaje era largo y peligroso, sumamente peligro aunque Jacob apenas se diera cuenta realizó el camino.

Pasó un tiempo y Jacob estaba siempre en la misma colina, donde veía desde lejos a Aiko, entre los truenos…los malditos truenos.

Una noche la luz desapareció y Jacob temeroso de que a la preciosa joven le hubiese pasado algo, salió corriendo en su búsqueda.

No tardó mucho en encontrarla, estaba a apenas un kilometro desde donde estaba, en el suelo muerta de miedo, rodeada de nubes llenas de rayos y truenos que se reian de ella.

--PARAD, DEJADLA EN PAZ—

Las nubes miraron a Jacob. Y desafiantes rodearon a Aiko , una de ellas se acercó a Jacob

--y ¿Qué vas a hacer, simple humano?—

--no soy un simple humano… soy un alquimista de sueños—dijo Jacob divagando y buscando como engañarlas—y puedo hacer con un simple grito un viento que os lleve lejos de aquí, tan lejos que no sabréis volver…--

La nube dubitativa miró con miedo a las demás—¡já! Eso es mentira,---

vosotras mismas, haré un huracán, os alejará a vosotras y a la noche, y podréis ver el sol ya que al irse la noche, amanecerá.

Jacob tomó aire tanto como pudo, empezaba hasta a confiar en sus palabras y gritó con todas sus fuerzas.

Pero las nubes apenas si le escucharon, todas salieron corriendo despavoridas por el miedo a que fuese verdad la amenaza del muchacho.

--eh, Aiko—

Aiko levantó la cabeza y no veía rayos ni truenos, sólo el rostro sonriente de Jacob. Cosa que hizo iluminar todo cuando había alrededor. Tal fue el brillo que una de las nubes dijo:

--¡ese alquimista tenía razón! Ha hecho amanecer—

Aiko, seguía con algo de miedo por estar allí, pero le encantaba ver la felicidad que provocaba en Jacob, todos los día que éste la veía. Una mañana Aiko miró a Jacob y le dijo:

--Jacob—

--sí—

--¿espantarás a los truenos verdad?—

--claro y si no estoy, diles que conoces al alquimista que hizo amanecer—

Aiko rió y miró burlona a Jacob.—mentiroso no hiciste amanecer, me hiciste brillar—

--cierto—dijo pensativo—bueno, tu ilumíname los días y yo te defenderé de los truenos—

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